Es menester que organismos de seguridad como la Fiscalía, Policía Nacional y otras instituciones, encargadas de desarticular las bandas criminales, reconozcan que el municipio de Dosquebradas, tiene presencia de grupos organizados que “explotan el negocio del microtràfico, de estupefacientes y se apoyan en pandillas juveniles que surgen en barrios de población vulnerable.
Las mismas, afirma el documento conocido por www.eje21,com se dedican a “comercializar, controlar el territorio y distribuir las rentas derivadas del narcomenudeo, la extorsión y el préstamo ilegal conocido como el `gota a gota».
La vulnerabilidad, recalca el informe, de la población víctima que llega a Dosquebradas, es alta.
No es suficiente con la atención y programas de apoyo que ofrece la institucionalidad.
Se pidió en el ejercicio continuidad a los programas y proyectos liderados por la alcaldía y por tanto se recomendó trabajar en la caracterización existente de la población víctima.
“No es suficiente con la atención y programas que ofrece la institucionalidad”.
Se le pide al gobierno en el encuentro que “caracterice la población víctima que reside en el municipio y adelante un proceso de identificación y fortalecimiento de las organizaciones sociales”.
Estas pasaron desde hace 9 años que eran 8 a 20. La Mesa Municipal de víctimas, es la máxima instancia de representación de éstas.
En la actualidad cuenta Dosquebradas, con el Comité Territorial de Justicia Transicional.
RETO MAYOR
De acuerdo con el estudio, ahora sigue que uno de los principales retos está el de construir y fortalecer confianza entre la institucionalidad y la población víctima“.
Pidieron que les “quitaran la etiqueta de víctimas y que sean reconocidos como agentes sociales que han desarrollado habilidades de creación, emprendimiento y liderazgo que ha posibilidad superar el umbral de la pobreza”.
Se consideró como la falta de organización y confianza hacia las Juntas de Acción Comunal han limitado en alguna medida la formulación de acciones políticas que beneficien a toda la población.
TEJIDO DESTRUIDO
Para el experto y Defensor de Derechos Humanos en Colombia, Jaime Gutiérrez, Dosquebradas, segunda localidad en importancia del cafetero y occidental departamento del Risaralda, vive un conflicto social y de convivencia muy alto
No existe un tejido social ya que está totalmente destruido, recalca al conocer de primera mano las narrativas contenidas en la Construcción del primer documento de memoria histórica y de la población víctima del conflicto armado.
Lo hizo la Asociación de Centro de Consultoría Universitaria y lo financió el gobierno del alcalde, Jorge Diego Ramos Castaño.
Dosquebradas, ha sido un territorio receptor de población proveniente de distintas regiones del país.
Este es un primer acercamiento que puede dejar abiertas algunas líneas de trabajo para continuar la indagación y reconstrucción de las memorias individuales y colectivas de la población.
Sobre la Memoria Histórica, quedó claro que hay desconocimiento a la hora de su elaboración. Confundieron los integrantes del cuerpo investigador, de trabajo como si fuesen funcionarios.
Hay otra tarea fundamental: que el gobierno local de Ramos Jorge Diego, coordine con la Mesa Municipal de Víctimas, la construcción de los proyectos de investigación y los programas articulados con la política pública de víctimas en el municipio.
“Hay un problema de seguridad y convivencia, que pese a los programas diseñados por las administraciones, pervive”.
Pero, se admite de paso por las personas consultadas en las entrevistas o talleres cumplidos que estos núcleos poblaciones de víctimas “destaca la mejoría en los servicios”.
En la oferta estatal sobre la cual hay desconocimiento es cierto.
SIN DONDE REUNIRSE
Desde las víctimas, desde sus voces, es clara la molestia por no existir lugares apropiados para reunirse.
“Las experiencias de organización y las resistencias, , aunque enfrentar retos y riesgos,, desde la falta de un lugar para las reuniones hasta la microfocalización del conflicto armado en los barrios, continuar produciendo acciones colectivas para para dignificar las vidas de las víctimas”.
Muchas son sus conclusiones en las 278 páginas que contempla el registro de numerosos talleres efectuados en esa otrora poderosa industrial, que hoy vive de sus recuerdos pero con ingredientes sociales perversos