¡Parecen poderes alquilados, maniatados, con extensiones! Gobiernos sin estrenar. Con gabinetes livianos. ¡No se sabe si vienen o van!
La propia incapacidad, la ausencia de creatividad, alcaldes títeres o supeditados al patrón y a cierta permisividad de jefes políticos en fuga, ha precipitado que en una gran mayoría, Risaralda, tenga un póker de alcaldes, lejanos. Extraviados. Envolatados en pequeñeces y en su propia miopía para administrar. Varios de ellos ni gobiernan por encargo. Actúan con una mezquindad propia de quien ni gobierna, ni administra. Ni al revés.
Al imperio de gobiernos livianos y al juego de la necesidad y la inequidad, a la informalidad de múltiple comunidades.
¡Parecen poderes alquilados, maniatados, con extensiones! Gobiernos sin estrenar. Con gabinetes livianos. ¡No se sabe si vienen o van!
Muchos de ellos, como en Dosquebradas y en La Virginia, están desaparecidos. Sin gerencia. ¡Dependientes! Dedicados a la micro gerencia. Gobierno al detal. Con unos concejos alcahuetas. Que ni modulan, ni estornudan para no incomodar al de turno, del cual son robustos apéndices.
Diría el guasón para librarlos: ¡bien intencionados pero mal asesorados! O, que anhelan a Óscar Mauricio o al Padre similar. A Carmona o a Botero en el Puerto Amargo.
Otros fueron espuma y nada que fluyen en la temporalidad de lo actuado. El de Santa Rosa, que flota en su burbuja preferida. Hay déficit de mando. Marchan con una mediocridad exquisita! Ni la exhiben por vergüenza. Su mejor excusa es el virus – administrador. Hay que bajarlo de la pasarela. Los gobiernos requieren ejecución y no anuncios de vidriera.
La versión de Jorge Diego II, da pena. Un alcalde escondido. Distante. Cercanos reconocen que los “tienen amarrados”. Que no es él. Mal asesorado como otros tantos.
Es cierto que lo dejaron barrido pero no es tiempo de seguir en la orfandad y en peligrosos silencios. Por ejemplo: el de La Virginia, como Villada que fue arrastrado a las urnas, que no se mueve sin que el Secretario Jurídico, le suelte la cuerda. Valdría hacer el inventario si sus amos, son los mismos con las mismas. ¡Alcaldes perdidos, repito! No lideran acciones de movilidad humana. Refugiados en sus propio temores.
Está en mora el gobernador del Risaralda, Tamayo, para hacer un encuentro
Me duele por el Puerto amargo, que antes llamaban dulce. Por Dosquebradas, por Santa Rosa extraviada en la falta de liderazgo corporativo. No basta con ser joven y tener un centímetro de realidad social o untado de concejal prematuro. No. Sus gobiernos viven – en términos de pandemia – distanciamiento social. Hay un descontento que se siente.
Villada tiene un candado, un cerco para no dejar avanzar lo actuado por su antecesor. Gobierna con un peligroso retrovisor que parece una lupa. Pero obras nuevas: de pronto que responda si es verdad que desplazaron a los trabajadores oficiales por una reconocida empresa de vigilancia privada para las Empresas Públicas. Que diga si es la cuota inicial para privatizar. Cuántos contratistas foráneos han llegado con la sombrilla abierta y por orden de quién. Qué piensa este alcalde confundido por el Área, qué pasó – ¡si le pasó! – con la PLEC o qué piensa de la RAP. No pueden seguir así. Rodrigo menos anuncios en redes y más acción en la realidad. Hay que derrotar desde la ciudadanía a los gobiernos por encargo. ¡Que respondan quienes gobiernan detrás de las cortinas de sus esquivos y lejanos gobiernos!