La política está temblorosa. Los directorios – que ya no existen – están como los mataderos municipales: ¡cerrados! Muchos de ellos sin prestar servicio.
La calle que es el mejor escenario, está confinada. Se arrienda, se alquila, se vende. Afuera y adentro, está el mejor postor. Pero el ciudadano no entra: la cara del contador de votos busca hacer su trabajo con tapabocas. No tienen plan B, mucho menos el 1.
El elector igual: fuera de estar confundido, no tiene claro hoy la amalgama de ideologías sin fondo que se apoderó de los mal llamados partidos – ¡con minúscula!-. Son baúles viejos de trasteo.
Ciertos líderes, se frotan las manos y maquillan en pesos, su arsenal electoral. Son una mentira.
Los directorios, son casas con cascarones por tumbar, que volverán a improvisar con avisos grandes para atraer clientela y vender productos malos, en la mayoría de los casos. Los senadores “foráneos” o “extranjeros”, vuelven con su vara de pescar. Pocos han servido y la rueda gira como cada 4 años, sin parar. Una lotería como mal negocio que pocos ganan.
La turbulencia no les permite “agarrar aire”. Atrapar incautos con su presencia o lengua viperina, en las encuestas prefabricadas con dígitos de por medio.
¿Cuál es su gestión? ¿Quiénes hicieron la tarea? ¿Tienen algo para mostrar? ¿Cómo hacer política en pandemia? Muchos políticos nuestros están ¡cag… de miedo!
El elector está confundido. La empresa electoral, no quiere renovarse sino esperar escapes. Ventanas y puertas para filtrar sus bonos electorales con la ausencia del producto.
La feligresía electoral, prepara sus artimañas crecientes. Igual, los senadores y representantes en esa ruleta sin contenido. Afuera, el espectáculo crece y no de cualquier forma. Muchos tienen fortaleza en sus robustas chequeras. Ni ideas, ni conmiseración, - bueno, sí - producen varios de ellos.
Insisto: las estrategias de la política con tapabocas, es una lástima. No aparecen y no parece interesarles El cara –cara tiene en incertidumbre sobre a quién creerle y a quien no.
Será que muchos quedaran como ciertos directorios: ¿cerrados y en la calle?
El marco de inversión, los obliga a replantearse. Su utilidad controvertida es cuestionada y duro.
¿Acaso, será más costoso este baloto electoral? ¿Cambia la feligresía electoral o sigue la política prepago? El elector es un corcho, una ruleta de bazar de pueblo que sigue dando vueltas… ¿Hasta cuándo?
¡Qué susto, veo la pandemia como la política, c… de miedo!
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