Desvencijados los partidos políticos, ausentes de ideología, masas amorfas sin identidad alguna, desteñidos en sus colores básicos y sin alma, vuelve a barajarse con desespero nuevas fórmulas para alimentar las hienas políticas. El mercado electoral, que lo pintan de Reforma Política.
Todo esto lleva –aún más – a la personalización de la política. A nombres sin partidos. A aumentar el odio y la desazón que polariza para arrastrar el fenómeno – masa.
Detrás de los partidos, ni siquiera el cascarón de la horda. Revisen nombres.
Hoy declarados, de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral, 16 partidos cuentan con registro jurídico. Hay otro tanto de movimientos al garete que van y vuelven como gitanos con carpa electoral que entregan avales en un bazar perverso para engordar una falsa democracia. Política de socios y cómplices. De falsos generales sin tropa peleando contra los molinos de problemas que los esfuma entre las telarañas de su pasado. Aumenta el negocio pero envilece los partidos.
Si se revisa la encuesta para CM& del Centro Nacional de Consultoría, los resultados, no dejan de ser preocupantes:
-A la pregunta por qué partido se siente identificado, la respuesta es que por Ninguno: el 41 por ciento. Otro partido, el 2 y por ninguno el 7.
Es sino ver cómo hasta hace poco, el partido de gobierno pasado, la U, el ciudadano dice que lo sigue en un famélico 2 %. O, como el partido conservador desaparece con un tibio 5 por ciento entre los pliegues burocráticos y los pedazos de carne arrojados a sus congresistas divididos. Preocupa que el partido de gobierno hoy, sea un Presidente y detrás, honrosas dudas.
!Hoy existen partidos de UNO! Los históricos son una vergüenza.
Nula identidad política y fatiga con partidos que no representan nada. Ausencias de liderazgos y de identidad. Video –política.
El otro extremo es más preocupante: lo que queda no existe. Ya los partidos dejaron de Representar. Son máquinas electorales con turbinas prestadas. Al mejor postor. De allí que el notablato de estos partidos impulsados por su desprestigio, arrase con fórmulas simplistas como la de tirar el prostíbulo electoral para que el voltearepismo repita dosis y fórmulas de menos política. Más intereses personales para el sálvese quien pueda.
Colombia, como con otras muchas reformas: barajar para quedar peor.
Falla desde hace rato la plataforma política. El colombiano no se ve representado sino sepultado entre los extremos y un falso centro que es oportunismo puro.
Política del reciclaje, que cada vez se aleja del ciudadano. Tatuada entre oscuros intereses. La seriedad está envolatada y su prestigio en el rebusque.
La gente está en el remolino. Donde lo arroje la espiral. Política de dígitos. De tragar.